La Polavila

 

Olor a humo y el rumor de una ininteligible conversación les recibe al tiempo que golpean la puerta.

 

Noche cerrada, sin luna. Noche helada de mediados de febrero en la que las ráfagas de viento se abrían paso entre los árboles sacudiendo ramas desnudas. Lejanos ladridos se contestaban unos a otros atravesando la negrura de la noche y algún que otro extraño chasquido completaba el cuadro sonoro.

Enfundados en raídos chaquetones, en la cabeza la imprescindible “pucha”. Pantalones de pana en su mayor parte, combinando remiendos de mahón y calcetines agujereados de lana que mal recubrían unos pies encerrados en madreñas, dos personajes batallan con la oscuridad moviendo tizones a izquierda y derecha tratando de adivinar las zonas libres de agua y barro en el camino hacia la casa del vecino de turno.

Atrás quedó la dura jornada en el campo. Ya cenaron y despacharon a los animales, prepararon las cuadras, ordeñaron las vacas y se planificó el trabajo para el día siguiente. En casa quedan las mujeres (suegra y nuera) alimentando el fuego que caldea la cocina.

-¿Pódese…?

-¡¡Home.. Pasai oh!! Non vos quedéis fora co frío que fai. ¡¡Pechai a porta!!

 Un corro de sombras e indefinidos volúmenes se dibujaba alrededor de las brasas de la lareira en el centro de la estancia.

 -¿Qué tal logo…?

-Deixamos as mulleres na casa e nos vimos un pouco a polavila.

Escenas similares se fueron repitiendo a lo largo de los años hasta que la televisión “encerró” a la gente en su casa. Esas veladas transcurrían al calor de la cocina y al calor de la amistad y la camaradería. Los vecinos comentaban los problemas, compartían sentimientos y de vez en cuando aparecían los “Contos de Polavila”, una serie de cuentos de tradición oral que entretenían a los mayores y hacían trabajar a marchas forzadas la imaginación de los más pequeños.


Hoy no hay polavilas. Los que vivimos aquello a la luz de los candiles somos depositarios de un legado cultural que no debe perderse. Hay recopilaciones de “Contos de polavila” en las librerías pero en este espacio queremos recoger los vuestros. Queremos que nuestros descendientes conozcan de nuestra propia voz lo que nosotros vivimos.

Nuestros cuentos de polavila

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